Texto escrito el 12 de abril de 2010
Lunes, 11:20 am . Ando absorto en mi partida de ajedrez matutina cuando de repente se levantan todos los de la sala y se disponen para ir a una reunión de la que no estaba informado (hace días que no abro el correo de la empresa). Un chico se me acerca y me comenta que la reunión trata sobre la nueva aplicación que se ha implantado para imputar las horas de trabajo y que debemos ir todos. Pienso si ir…titubeo un rato…pero al final decido ir también por no quedar mal. Así que bajo las escaleras de las dos plantas que me separan de la sala de exposiciones, entro en la sala y cojo sitio en primera fila. Empieza la reunión.
En la sala debemos ser unas treinta persona. Hay un proyector que proyecta en la pared la imagen de un escritorio de windows y hay un chico joven y una señora de aproximadamente cuarenta años que se disponen a comenzar la exposición. Primeramente el chico nos explica, ayudado de unas diapositivas, que la antigua aplicación era demasiado compleja y que esta es mucho más sencilla y eficiente. Después la mujer nos muestra un esquema básico de lo que será la presentación.- ¡¡¡pfff, donde me he metido!! Vaya chapa me espera, y encima se me ha olvidado traer una libreta para tomar apuntes (para el blog lógicamente, porque la reunión me la suda) -pienso . Según van pasando los minutos empiezo a perder el hilo de lo que esos dos individuos me están contando y empiezo a divagar en mis cosas. No creo que hayan pasado ni diez minutos cuando ya lo único que veo es a dos monigotes abriendo y cerrando la boca con una imagen de colores proyectada en el fondo y una especie de sonido de ambiental del tipo blablabla. Un rato más tarde miro el reloj. Ha pasado media hora nada mas!! Argggghhhh. Pasa el tiempo…. Los miro, veo como gesticulan y como abren la boca, como intereactuan con el resto de gente que hay en la sala, pero yo no me entero de nada. Empiezo a sentir un hambre voraz (yo suelo comer a la 1:30 y son casi las 2 ya) y eso me pone de mala leche. La gente no hace más que preguntar chorradas alargando más la reunión. – ¿Estos gilipollas no comen? – pienso yo. La reunión transcurre, por desgracia, sin incidentes destacables. Acaba, me levanto y me voy a comer.
Así he repasado tres horas de mi vida hoy. Me hubiera gustado contar algo más interesante pero hubiera tenido que mentir. Menos mal que al menos me las pagan.
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