Texto escrito el 14 de mayo de 2010
Esa mañana se despertó con un extraño presentimiento. No sabía exactamente que era lo que le deparaba aquel día pero estaba seguro de que no iba a ser un día cualquiera. No hubiera sabido decir si la cosa iría a bien o a mal, simplemente notaba que había algo que no marchaba como de costumbre. Se levantó de la cama y fue directo al baño, hizo sus quehaceres y fue a darle el paseo matutino a la perra. Después volvió, regó un poco las alegres flores que asomaban en la jardinera de la terraza, puso un poco de agua en el cuenco de la perra y se fue a por su coche para ir a trabajar. Montó en él y emprendió rumbo a la oficina. La misma ruta de cada día: avanza unos metros, gira izquierda, ! Precaución escolares cruzando la vía!,¡bien!, sigue recto, izquierda, recto, autovía y todo recto durante unos quince minutos. Por el momento todo estaba yendo como siempre: la misma rutina de todos los días. Lo que no sabía aun es que aquella iba a ser la última vez que recorriera aquella ruta.
Una vez llegó a la zona donde se ubicaba la oficina se dispuso a buscar un jodido aparcamiento. ¡ Increíble! Esta vez no le costó lo más mínimo. Había varios justo en la puerta principal del recinto. Aparcó, se apeo y se dirigió hacía la oficina andando. Mientras recorría los varios centenares de metros que le separaban del edificio notó algo extraño. No había nadie por allí – ¿Como era posible aquello? ¿Aparcamiento tan fácil? , ¿nadie a estas horas?, ¿No será que he venido a trabajar un sábado? -, pensó. No, no podía ser, había visto a los niños entrando en la escuela. Entró en el edificio principal y fue directo a la recepción. Vacía. Ni un alma. Pero no vacía como si hubieran salido un momento, sino desierta como si nunca hubiera habido nadie allí. Ni un solo papel. Ni un bolígrafo. Ni ordenadores. Nada. -¡Qué extraño!-, pensó. El desconcierto se apoderó de él. – ¡Hola!, ¿hay alguien aquí? ¡Hooolaaaaaa! – dijo un par de veces en voz alta. Pero nada, no hubo respuesta. Durante un rato estuvo allí, pensando que era lo que podía haber ocurrido.
Estaba a punto de marchar cuando notó de repente una mano que le tocaba la espalda. Al girar se encontró de frente con un señor alto, vestido con traje negro y corbata del mismo color. – Hola amigo, tengo algo que decirte, mi nombre es Sr. Smith. – le dijo con voz áspera aquel desconocido. – ¡Hola, buenos días! – respondió él. – Dígame -. El desconocido prosiguió – Me envían para comunicarte que el servidor de la Matrix donde estaba alojado todo lo referente a tu trabajo se ha caído y están intentando solucionar el problema. Han tenido graves problemas y es posible que se pierda mucha de la información. Posiblemente no podamos salvar la ninguna información referente a tus compañeros de trabajo, tu proyecto, tu jefe, ni el ambiente en general de tu entorno de trabajo, incluida la cafetería, baños, zonas comunes, etc. Nos hubiera gustado avisarte para que no vinieras hoy a trabajar pero ha ocurrido hace escasos minutos y no nos ha dado tiempo. – Él quedó completamente consternado tras recibir aquella información – ¿Cómo es posible? ¿Habéis perdido mi trabajo, mis compañeros y todo lo referente a mi vida profesional y no tenéis un jodido back up? ¡Sois una panda de incompetentes! – le espetó. – Bueno, bueno, no es para ponerse así. Podría haber sido peor, imagínate que hubiéramos perdido a tu familia, amigos, o vida personal. Otras veces nos ha ocurrido. Mira, te propongo una cosa, te ofrezco migrar a un nuevos servidor. Tenemos algunas vacantes en los servidores de administrativos bancarios, arquitectos, pilotos de avión, bomberos… -Bien me parece bien, mañana empiezo en bomberos y que no vuelva a ocurrir lo mismo. – le interrumpió.
Y eso fue lo que ocurrió. Así fue como un fallo en la Matrix le cambió la vida.
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