Como veréis, hablo mucho sobre darle sentido a vuestra vida profesional. Os voy a contar un secreto, pero que quede entre nosotros. Nunca me hice bombero para encontrarle ese sentido a mi trabajo. Si os soy honesto, me hice bombero porque alguien me habló sobre las condiciones laborales que tenían, y eran todo lo contrario a lo que yo sufría en aquel momento. Ser bombero para mí significaba dejar atrás las rutinas de 9 horas diarias en una oficina, las claustrofóbicas semanas de lunes a viernes, rezando para que llegara el sábado y maldiciendo los lunes cuando era domingo, y los atascos diarios. Eso es lo que significaba para mí ser bombero.
¿Queréis saber cuándo me di cuenta de la importancia del sentido? Os lo cuento. Era una de mis primeras guardias. Nos dieron una salida: «apertura de vivienda: mujer joven, intento de autolisis». Salimos en el vehículo con la sirena y las luces. Al llegar al lugar, encontramos a un familiar de la víctima en la puerta de la vivienda. Nos indicó que había recibido un mensaje de la víctima comunicando su intención de suicidarse. El mando de la dotación decidió solicitar el vehículo escala para entrar por la ventana. Yo, deseoso de probar lo que había aprendido, le solicité permiso para intentar forzar la puerta. El mando me dijo que no tenía sentido romper la puerta porque el parque estaba cerca y la escala llegaría pronto. Aún así, me dio permiso y yo intenté acceder. El resultado no fue muy bueno; al final destrocé la puerta, pero no conseguí abrirla y tuvimos que entrar por la ventana. La mujer se encontraba en el suelo, echando espuma por la boca. La sacamos en una camilla y la ambulancia se la llevó al hospital.
De vuelta al parque, nos sentamos a hablar sobre la intervención, debatiendo sobre si la puerta sí o no, bla bla… y en un momento dado me dice mi mando: olvídate de la puerta, hoy has salvado tu primera vida como bombero.
Ahí fue cuando sentí el mayor orgullo que puede sentir alguien en su trabajo y cuando empecé a entender por qué no me costaba nada levantarme para ir a trabajar desde que era bombero. Simplemente era porque lo que hacía tenía un sentido.
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