No valgo para estudiar

«No valgo para estudiar (ni para opositar)»:Una de las frases más repetidas por opositores.

Si alguna vez has pensado “no valgo para estudiar” o “no valgo para opositar”, no estás solo. Miles de personas sienten lo mismo: estudian, se esfuerzan y aun así los resultados no llegan. Pero ese pensamiento no nace en ti: viene de mucho antes, de cómo el sistema educativo te enseñó a medir tu valor con notas. De hecho, incluso el propio Ministerio de Educación de España reconoce hoy la necesidad de replantear la evaluación tradicional. Muchos opositores llegan a la preparación cargando con esa creencia limitante sin saberlo, y lo que realmente necesitan no es más estudio, sino cambiar la forma en la que piensan sobre sí mismos.

La constante macabra: el origen del “no valgo para estudiar”

El profesor francés André Antibi lo explicó con claridad: en cualquier examen, aunque todos sepan la materia, siempre habrá suspensos. A eso lo llamó constante macabra. El sistema necesita “cortar cabezas”. No puede permitir que todos aprueben, porque si todos aprobaran, no serviría para “elegir a los mejores”.

Y así empezó todo. A quienes suspendían se les grabó un mensaje: “yo no valgo para estudiar”. Una frase que, sin darte cuenta, te acompañó hasta hoy. Y cuando te enfrentas a una oposición, ese eco vuelve: “no valgo para opositar”.

¿De verdad no valías… o simplemente no te motivaba?

Piénsalo un momento. ¿De verdad eras malo estudiando… o simplemente no te motivaba lo que te hacían estudiar? La mayoría de las veces no es cuestión de capacidad, sino de conexión. Si el profesor no transmitía pasión o el temario no te interesaba, ¿cómo ibas a rendir bien?

No es que no fueras capaz, es que no veías el sentido. Pero el sistema te etiquetó como “de los malos” y tú te lo creíste. Años después, cuando te sientas a estudiar una oposición, ese pensamiento resurge disfrazado: “no valgo para opositar”. Y no es verdad. Yo mismo lo viví: durante años creí que no se me daba bien estudiar… hasta que entendí lo contrario. Lo cuento aquí: aprobé mi oposición porque no quería aprobar.

Cómo esa etiqueta se convierte en identidad

El gran problema es que esas etiquetas no caducan. Te las pusieron con 15 años y tú sigues cargando con ellas veinte años después. Las repites sin darte cuenta, y acaban siendo parte de tu identidad:

“Yo es que nunca fui buen estudiante.”
“Lo mío no es memorizar.”
“Siempre he sido de los que suspenden.”

Y lo repites tanto que acabas actuando en consecuencia. El ego prefiere tener razón a crecer. Por eso muchos opositores siguen bloqueados: no porque no puedan aprobar, sino porque se creen que no pueden.

El efecto Pigmalión en oposiciones: la profecía del suspenso

En psicología lo llamamos efecto Pigmalión: cuando crees que algo es verdad, terminas actuando para confirmarlo. Si piensas que no vales para estudiar o que no vales para opositar, te esfuerzas sin fe, te comparas, te bloqueas… y el resultado te da la razón. Puedes leer más sobre este fenómeno en Psychology Today.

Es una profecía autocumplida. Ya no hace falta que el sistema te suspenda: tú mismo te saboteas. Y eso, en oposiciones, es el bloqueo más común que existe. Lo bueno es que también se puede revertir: cuando cambias tu narrativa mental, cambia tu rendimiento..

Conclusión: sí vales, pero necesitas aprender cómo

Muchos opositores fracasan no por falta de inteligencia, sino por culpa de una creencia vieja. Si alguna vez piensas “no valgo para estudiar” o “no valgo para opositar”, recuerda esto: no es una verdad, es una herencia del sistema. Y tú puedes romperla. No se trata de estudiar más, sino de aprender a estudiar con cabeza, entendiendo cómo funciona tu mente, tu motivación y tu energía.

En MétodoTEST comparto cada semana recursos, artículos y estrategias para vencer el bloqueo mental, estudiar con eficiencia y aprobar tu oposición sin dejarte la vida en el intento. Si este contenido te ha ayudado, sígueme y empieza a cambiar la forma en la que estudias.

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